Pasticcio escorzado

De parodias, imitaciones, música, postmodernismo y diversos temas de interés.

Un papel en blanco es algo potencial, temporal, es un reto...

Una hoja en blanco, unos papeles a punto de mostrar algo más, algo nuevo o ya conocido, inesperado o planeado pero en ocasiones irremediablemente difícil de comenzar a expresar. Lo que es un hecho es que tarde o temprano a todos nos ataca la impotencia creativa o bloqueo mental pero ello no debería ser un obstáculo para que todos realicemos esta tarea que puede ser un encuentro con uno mismo, como Federico Fellini nos muestra en 8 1/2.

Escribir es pensar y pensar, escribir en el imaginario. Pero ¿Para qué escribir? Suena lógico responder: “Para ser leídos.” Pero escribir va más allá de ello. No sólo se trata de poner palabras al unísono si no que cada una de ellas puedan interrelacionarse en perfecta armonía y así trascender al plano de las ideas, de los pensamientos. Por esta razón, escribir, en sí, es pensar.

Escribir es una tarea complicada y laboriosa pero para comenzar a redactar se requiere olvidar que sabemos hacerlo: olvidar los vicios, salir de las suposiciones y pensar, pensar mucho para tener algo que decir.

Truman Capote lo dice de mejor manera que yo: “Al principio fue muy divertido. Dejó de serlo cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y escribir mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil pero brutal.”


Constantemente se escuchan las frases: “No soy bueno para escribir”, “Me da pena” o “No me gusta” cuando se toca este tema pero es, en verdad, recomendable y hasta saludable que todos los seres humanos lo hagamos y es que es sólo llevándolo a la práctica como se aprende a escribir correctamente o como señalaba Marguerite Duras: “Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos.”

Esta actividad es tan recomendable en tanto que uno puede dejar de lado su ser o simplemente proyectarlo sin tapujos. Escribir puede ser un refugio en donde las heridas sanan y los golpes sin sentido se revierten. Por esa razón estas manos escriben con cualquier medio que encuentren disponible.

Pero para escribir también se requiere leer. Es un proceso cíclico: Leer-Escribir-Leer, Escribir...
Sin embargo, no existe mayor respeto simbólico que el agachar la cabeza para sostener un libro y fijar la vista en las páginas escritas por alguien más o, incluso, uno mismo.

1 comentarios:

neto dijo...

Si yo no escribiera, mi vidia ya no sería tal. Punto.

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